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La Pesca Submarina en la Prensa

 
   
 
 
   
 
Jeromo
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Recuperando sensaciones. - 2008/09/10 00:14 Ayer logré pactar con mi señora una salidita de pesca. El plan era fácil: ella se iba por la mañana a nadar a la piscina, mientras yo cuidaba de la prole y cumplía con mi débito doméstico (léase fregar, recoger, hacer las camas, etc...) y, después de la toma de las chiquillas a eso de las 14:00, yo me iría al agua de cabeza.

Pero nunca nada sale como uno lo planea, aunque, dadas las circunstancias (un "peque" y dos bebés) lo más lógico es que fuera así.

Por consiguiente, la toma se retrasó y con ella mi "rentree" submarina.

Al final y después de varias vueltas para preparar el equipo y comprobar que no se me olvidaba nada (lo que me llevó su tiempo y volver a casa 3 veces desde el garaje), me puse en marcha a las 15:05 de la tarde.

Elegí Luanco (Moniello) por estar cerquita de casa (prometí volver antes de las 21:00) y por tener un acceso muy sencillo. Dado mi estado físico (y mi edad, para qué negarlo) no me veía ni con la suficiente agilidad, ni humor como para caminar por un pedrero o bajar por una riba.

Y en el trayecto me iba diciendo que hoy nada de alegrías, nada de pescar a más de 9 metros, procurar tomarme tiempo entre bajada y bajada, respetar los tiempos en superficie, etc... en definitiva, que de lo que se trataba era de recuperar sensaciones... ffff, pero... y si me aparece un bálamo de dentones? o si me topo con un banco de corvinas??... bueno, las pajas mentales que uno se hace antes de entrar en el agua.

Al llegar me encontré con un par de contratiempos. Uno, que era difícil encontrar un sitio más o menos cerca del agua para dejar el coche, pues hacía una tarde magnífica y aquello estaba plagado de bañistas y veraneantes (además del consiguiente "cante" de entrar con todo el "atrezzo" en medio de la peña tomando el sol). Y dos, que a lo lejos había un barco de recogida de ocle, lo que a buen seguro habría espantado cualquier pieza de porte en los alrededores.

Respiré hondo y, tras encontrar un resquicio entre la maraña de turismos, procedí a cambiarme.

Para empezar todo O.K. No se me había olvidado nada y además me calzé mi indumentaria en un santiamén. Vamos, como si no llevase tres meses sin ponérmela.

Eso sí, la chaqueta costó lo suyo. Primero porque el neopreno se contrae cuando no se utiliza en un tiempo y después que mi tripa se expande cuando con el tiempo se inutiliza.

En fin, que un agujero menos en el cinturón y un par de plomos más, y andando!!.

Viento del sur flojo, temperatura 23º, estado de la mar: llana, algunas cacas en la orilla dejadas por los turistas (el precio del progreso)... en definitiva, una tarde DE PUTA MADRE, TÍO!!!.

Paso de los mirones y en dos patadicas ya estoy poniendo proa a unos bajos que conozco. Joder!!, si parece que no hayan pasado tres meses... bueeeeeno, ya me he enredado con la driza de la boya. Pero esto es una contingencia menor, que soluciono rápido.

No han pasado ni dos minutos y ya estoy en plena acción de caza. Me he ventilado con calma y he ido concatenando tres bajadas, pues fuera de la orilla el agua está bastante tomada (turbia).

En la cuarta bajada me pego bien al fondo y dejando el bajo a mi derecha, pego mi vientre al mismo, para tener la mano hábil en posición de disparo. El sol está a mi espalda y algo me dice que si me concentro en mirar únicamente hacia delante y me muevo muy despacio, algún sargo aparecerá delante de mi fusil.

Et, voilá!!. Un sargo (que parecía más grande, lo juro) pasa a ser el primero en engrosar mi pasador.

Lo miro y veo que está justo en la medida, por lo que decido pasar del resto de congéneres que veo sobre los bajos. Hoy hay que ser comedidos y ambiciosos. Comedidos en cuanto a no disparar a todo lo que se menee (que es lo que me pide el cuerpo!!) y ambiciosos en cuanto a la talla de las piezas, por lo que me reservo y dejo pasar a sargos medianitos y a un chicharro que pasó a verme en medio del agua turbia.

Continúo nadando y el agua va perdiendo paulatinamente visibilidad. No me disgusta, pues ese tipo de pesca suele depararme muchas satisfacciones, pero después de haber estado tanto tiempo sin meterme, no es lo que más me apetezca.

Por tanto, decido cambiar de estrategia y separarme de la orilla, poniendo rumbo hacia unos bajos que están bastante alejados y a contra corriente. Esto tiene una cosa mala y otra buena. La mala que, dada mi condición física, me va a costar llegar y voy a perder un tiempo precioso de pesca nadando. La buena, que esos bajos suelen tener pescado (mierda, ahora me acuerdo del barco de ocle!!) y que la vuelta va a ser tranquila a favor de corriente.

Hala, a nadar. Poco antes de llegar, me oxigeno con mucha calma y desciendo un par de veces. Aquí el fondo ya tiene una visibilidad muy aceptable y la luz del sol del atardecer proporciona contrastes que pueden aprovecharse para un acecho en la sombra (además de que, visualmente, son una gozada!!).

En la segunda bajada distingo una forma de lo que parece un espárido de tamaño medio. Date!!, una oblada!. Buena señal. Y mejor, si lo que distingo más lejos es un bálamo de sargos bastante nerviosos.

Al ascender observo como el cebo (pececillos pequeños) se mueven nerviosos por encima de la columna de agua y a bastante distancia del fondo, su refugio natural.

A VER SI VA A HABER DENTONEEEES!!??. NO TENDRÉ ESA SUERTE??

Me tranquilizo e intento controlar mi ansiedad, pues esas señales ya me han dado buenos resultados otras ocasiones. Preparo bien la ventilación, respirando con el abdomen y desciendo con la mayor suavidad de la que soy capaz. Nada más posarme en el fondo, veo que el cebo me sigue, pero vuelve a ascender rápidamente al posarme. No observo mucho movimiento , pero alargo la apnea por si acaso. Al final de esta, veo a unos sargos que se acercan desde arriba y a un par de breados que lo hacen a ras del fondo.

QUE ME MATEN SI POR AQUÍ NO HAY DENTONES!!. BLANCO Y EN BOTELLA....

Otra vez intento controlar mis pensamientos en superficie y me concentro en la preparación y visualización de la bajada. Me está costando, pues ya empiezo a notar algo de cansancio y el haber alargado las apneas anteriores me está pasando factura en forma de hormigueo en las manos. MALA SEÑAL!!.

Lo bueno es que reconozco esas señales y dedico más tiempo a relajarme en superficie, sin exagerar la ventilación.

Desciendo y ahora sí: los sargos que antes había detectado, vienen hacia mi muy decididos. Observo tres buenos ejemplares, como de 800 gramos, pero mantengo la calma y ni pestañeo. De repente, y a mi derecha casi pegado a mi gafa.... UN DENTÓN. Y lo que es más increible: yo NI ME MUEVO. Casi como si lo estuviera haciendo todos los días, espero a que me enseñe su cola para echar muy despacio el fusil hacia atrás y apuntar con cuidado a su cabeza. Lo he hecho tan bien que los sargos, julias y dos breaditos que pasaban por allí, ni siquiera se han inmutado, por lo que al dentón le cae un certero tiro de mi 70 doble goma (sí, ya sé que lo tengo corto... QUÉ PASSSA!!?).

Tras una nube de sedimento, no veo nada y llego a dudar que lo haya alcanzado, pues no veo moverse en absoluto la varilla. Mi decepción se torna en alegría cuando veo asomar la cola del animal por entre el ocle. Lo subo con cuidado y veo que, a pesar de que no lo he llegado a atravesar, le he roto el espinazo, por lo que el animal ha quedado maltrecho por el impacto.

AHORA SÍ YA ME PUEDO ALEGRAR!!. Pero lo que son los años... ya ni lo celebro como sería menester. Me lo pongo al cinto y a seguir.

Más adelante llego a la zona de arena que precede a los bajos y desciendo pegado al veril para camuflarme entre el alga.

Qué barbaridad: un buen sargo de unos 800 gramos viene hacia mi por entre el alga. Tiene la librea muy oscura, casi negra, pero lo distingo por que su movimiento no concuerda con el ritmo que llevan las algas al ser mecidas por la ligera mar de fondo. Extiendo el brazo pegándolo al fondo para camuflarlo con las algas y, cuando el sargo vira, le pego un certero tiro en medio de su perfil.

A la saca!!. Joer, cómo estoy. Soy el puto cheriff!!. Pero dejémonos de triunfalismos que aquí la corriente ya empieza a notarse y yo ya empiezo a estar hasta los güevos del agua, del mar y de mearme encima. Son las cosas de la edad y de la molicie.

Siguiente bajada y.... DENTONEEEESSS!!!. Joder, hoy pillo tres mínimo, me digo. Peeero, tras el azogue del momento, observo que están nerviosísimos y que el banco no navega unido. Mala señal; a buen seguro que el barco de ocle ha pasado por allí a faenar y los ha "embayado".

Aún así, lo intento unas ocho veces, sin ninguna fortuna pero viéndolos en cada bajada. Son ejemplares pequeños, de entre 2 y 3 Kg.

Decido desistir y, tras sopesarlo un instante, recupero la boya que había fondeado para continuar un poco más adelante. Venga, dos picaditas aquí y para casa, que ya está bien, hombre!!. Empiezo a pensar en mis niños y en mi señora y eso ya es señal de que me apetece más salir que continuar devalando por el litoral cantábrico. Eso y que ya me han dado un par de vómitos (qué carallo!!).

Pero en una de la bajadas veo que de una grieta me sale un sargo gordo, gordo, al que no acierto. Cargo de nuevo y recuerdo que en estas fechas los sargos de buen tamaño deambulan solitarios alimentándose entre los cortes. Y mira por dónde que, en la penúltima bajada, veo la cola de uno alimentándose frenéticamente. Me desplazo con sigilo y cuando el pobre animal saca la cabeza, ya tengo el brazo extendido. Le cae un varillazo tras el ojo que lo deja seco.

Es un sargo cojonudo. De kilo y trescientos gramos, le calculo en el agua.

Bien. Me digo que para ser "el primer día del verano", ya es suficiente y me dejo llevar por la corriente aleteando cansinamente.

Y al llegar ya cerca de la orilla, el peligro.

No, no hay tiburones en esta película. Es aún peor: un dominguero con una moto acuática al que, después de señalarle el camino con la punta del arpón, consigo que entienda que para su bien y, sobre todo, para el mío su deambular está a 200 metros de mi menda.

Logro salir entero y ya en la orilla compruebo que tres de mis piezas son muy respetables, dadas las circunstancias, por lo que me voy a casa más que satisfecho.

Y más aún cuando mi señora no daba crédito a lo que veía. No se creía que en mi estado de forma pudiera llegar a traer un dentón. Y, para ser sinceros, yo tampoco.

Hoy me duelen hasta las orejas, pero ayer y por un momento estuve como un chaval.

Será el "canto del cisne"?

Un saludo a todos.
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Ref:Recuperando sensaciones. - 2008/09/10 02:27 OFUUUU QUE RELATO JEROMO LA VERDAD QUE ME HE ARTADO DE REIR JEJEJEJ PA QUE VEAS QUE SIGUES EN FORMA Y NO PIERDES EL ESPIRITU PESQUERO Y A SEGUIR CAZANDO DENTONES Y YA SABES EN INVIERNO MANDAS A LA MUJER A LA PELU POR LA MAÑANA Y A PESCAR POR LA TARDE SALUDOS
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