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La apnea en la pesca submarina PDF Imprimir E-Mail
Escrito por Administrator   
sábado, 21 de abril de 2007

De todos los elementos que intervienen en la práctica de la pesca submarina, el más importante de todos ellos, es sin nigún tipo de deduas, la apnea. En este apartado te introducimos  a las nociones básicas sobre la apnea.

 

Secciones sobre la  APNEA

 
     
 
 
Peligros de la apnea

LA APNEA

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LA APNEA

 
     
 

» QUÉ ES LA APNEA

 
 

Apneista Desgraciadamente, la apnea se encuentra tan al alcance de la mano que parece un juego de niños; sin embargo, las estadísticas sobre accidentes demuestran que esta disciplina, practicada sin conocimiento de causa, resulta más peligrosa que la inmersión con aire comprimido. Pero, ¿qué significa hacer apnea? El término apnea indica la suspensión voluntaria de la respiración.

Es posible hacer apnea en seco, es decir, conteniendo la respiración fuera del agua, o bien en inmersión. En este segundo caso se utiliza la autonomía individual para curiosear en el ambiente submarino. El metabolismo de nuestro cuerpo, es decir, el conjunto de las transformaciones bioquímicas y energéticas que nos permiten vivir, continúa también durante la apnea. Ello significa que incluso cuando contenemos la respiración las células de los tejidos del cuerpo siguen quemando oxígeno (O2) y produciendo anhídrido carbónico (Co2). Estableciendo una analogía bastante tosca podríamos considerar nuestro cuerpo un motor de explosión que funciona gracias al carburante y al oxígeno y que, justamente como consecuencia de su funcionamiento, emite gases de desecho. Hacer que un hombre permanezca en apnea es en cierto modo como poner a funcionar el motor bajo una campana de vidrio: tarde o temprano es necesario retirar la campana si no se quiere que el motor se detenga por la excesiva acumulación de gases de desecho y por la falta del oxígeno necesario para la combustión. Ahora bien, por lo que se refiere al cuerpo humano, la cantidad de oxígeno consumida y la de anhídrido carbónico producida depende de las características físicas de cada individuo y de algunas condiciones del entorno.

Por ejemplo, si se está sometido a un trabajo físico pesado, a tensión o al frío, el consumo de oxígeno y la producción de CO, experimentan un aumento respecto a los valores normales. No obstante, para todos, después de un período de tiempo determinado, surge la llamada hambre de aire, es decir, una irrefrenable necesidad de respirar. Generalmente, el hambre de aire se advierte como un creciente estado de intolerancia, acompañado a menudo de estímulos musculares en la zona del costado y del diafragma, las conocidas contracciones diafragmáticas que son la señal de alarma que advierte que están a punto de superarse los límites de la tolerancia física ante el estado de no recambio del aire en los pulmones. Si la apnea se interrumpe pronto la sensación de opresión y los estímulos diafragmáticos desaparecen de inmediato y la respiración se recupera a un ritmo inicialmente más intenso de lo normal. Si, al contrario, se persevera en la apnea sin duda se sufrirá una pérdida de conocimiento: el síncope por apnea prolongada. Por tanto, no es difícil entender por qué no se debe exagerar la duración de las apneas. Interrumpir la apnea cuando aparecen los estímulos diafragmáticos es una regla inaplazable para la seguridad de todo submarinista, porque cualquier acción que no sea la suspensión de la apnea puede tener consecuencias trágicas.

» ADAPTACIONES ESPONTÁNEAS DEL ORGANISMO

 
 

No se puede mostrar la imagen “http://www.mareaviva.net/images/pescasubmarina/articulos/Apnea/apnea-libre.jpg” porque contiene errores. Cada vez que se introduce la cabeza bajo el agua y con una voltereta se inicia una apnea, el cuerpo humano reacciona con adaptaciones espontáneas a la entrada en el inhabitual ambiente subacuático. Son adaptaciones espontáneas que el submarinista no percibe y que no nos deben preocupar en absoluto; las menciono únicamente por deber de información, La ralentización de la frecuencia de las contracciones cardíacas bradicardia, tan pronto como una persona introduce la cabeza bajo el agua, es hoy en día un fenómeno muy conocido para cualquier experto en medicina subacuática.

Más reciente es el descubrimiento de anomalías electrocardiográficas y de variaciones de la presión corporal, que experimenta primero un descenso y luego un aumento lento pero constante. También se ha observado, en el curso de análisis médicos, una variación temporal del PH de la sangre, pero como repito, si las condiciones físicas de quien se sumerge son buenas, no hay razón para preocuparse. Una de las adaptaciones del cuerpo humano tal vez más interesantes de subrayar, debida al aumento de la presión hidrostática, es el llamado fenómeno de la compensación espontánea por parte de la sangre (blondo shift). A medida que se desciende bajo el agua, la sangre afluye en mayor cantidad a la circulación pulmonar (circulación menor) y este traslado de la sangre, más abundante cuanto mayor es la profundidad alcanzada, sirve para compensar la compresión de los pulmones y de la caja torácica. En definitiva, la sangre, que es un líquido (y por tanto es incomprimible), va a irrigar de forma copiosa los pulmones para evitar su aplastamiento por parte de la presión hidrostática.

» LA COMPENSACIÓN

 
 

 Casi todo el mundo compensa, pero pocos -a excepción de los submarinistas- conocen la mecánica exacta de esta operación. En funicular, en una carretera de montaña o en avión, comer un caramelo para destaparse las orejas es realizar una compensación. En efecto, compensar significa restablecer el equilibrio entre la presión externa (ambiente) y la interna de la membrana timpánica (cavidad del oído medio). Sabemos que al movernos bajo el agua nos sometemos a la presión hidrostática que actúa en todas las partes de nuestro cuerpo y que dicha presión aumenta proporcionalmente a la profundidad. Como es lógico, la membrana timpánica no constituye una excepción. A medida que se desciende, en la pared externa del tímpano se ejerce una presión cada vez mayor que lo dobla hacia dentro. Para evitar que sea desgarrado por la presión hidrostática, el hombre ha aprendido a introducir aire en el oído medio para compensar la diferencia de presión y volver a situar la membrana en condiciones de equilibrio. Esta maniobra se llama precisamente compensación ,forzada.

Campeonato Apnea

 La compensación es posible gracias a las trompas de Eustaquio, dos conductos (uno por cada oído) que comunican la cavidad del oído medio con la zona nasofaríngea y por tanto con los pulmones. Pero estas trompas, que tienen las paredes revestidas de mucosa similar a la nasal, no se presentan casi nunca abiertas naturalmente al paso del aire. De ahí la necesidad de efectuar una maniobra para que el aire pueda pasar de los pulmones al oído. Los métodos más comunes de compensación forzada son tres: 1 a deglución, la maniobra de Valsalva y el método Marcante-Odaglia. La simple deglución, la natural contracción de la garganta que se produce cada vez que se traga saliva o un bocado, provoca una compensación casi natural del oído sin necesidad de taparse la nariz. Sin embargo, muchas veces esta maniobra resulta poco eficaz, sobre todo para las personas que tienen trompas particularmente estrechas. La maniobra tal vez más conocida toma su nombre del médico Antonio María Valsalva, quien a comienzos del S. XVIII inventó un método para tratar la otitis purulenta: perforaba el tímpano del paciente, le hacía reclinar la cabeza hacia abajo y efectuar un gran esfuerzo respiratorio con nariz y boca muy apretados.

Por reacción la materia malsana era expulsada del oído. Perforación del tímpano aparte (lógicamente), el submarinista que compensa utilizando la maniobra llamada de Valsalva se tapa la nariz y, tratando de espirar con la boca cerrada, crea una sobrepresión intratorácica que repercute a través de las trompas hasta el oído medio, compensando así la presión que ejerce el agua en la cara externa del tímpano. Aunque es muy fácil de realizar, esta maniobra es desaconsejada por la mayoría de los médicos porque su efecto contrarresta la compensación espontánea de la sangre en la circulación menor, es decir, hacia los pulmones (blood shift). Como hemos visto en el apartado anterior, durante el descenso en profundidad la sangre, que es un tejido líquido y por tanto incomprimible, afluye a los pulmones para equilibrar el aumento de presión que se ejerce desde el exterior sobre la caja torácica. Así pues, provocar artificialmente una sobrepresión pulmonar se opone al fenómeno de defensa natural puesto en práctica por el organismo. Ésta es la razón de que la maniobra de Valsalva esté tan controvertida, sobre todo en los casos de apnea efectuada a gran profundidad. En cambio, sin contraindicaciones y de óptima eficacia es la maniobra de compensación inventada por el binomio Marcante-Odaglia, un método que todo el mundo debería aprender bien.

En este caso se trata de hacer presión con la lengua hacia atrás, en forma de pistón, contra el paladar blando, llenando la faringe y comprimiendo con la nariz tapada el aire de esa zona en el oído medio. Así, resulta posible crear una presión de 2/10 de atmósfera sin utilizar el aire de los pulmones. Las ventajas de esta maniobra son numerosas: como he dicho se evita una alteración cardiocirculatoria, empleando además una parte reducida de los músculos; por otra parte, la ejecución es rápida y puede tener lugar con los pulmones semivacíos o incluso en condiciones de máxima espiración.