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De la teoría a la práctica PDF Imprimir E-Mail
Escrito por René   
martes, 03 de julio de 2007
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¿Cómo puede ser que alguien no entienda que nos guste pescar?.......

Ese deporte apasionante que tanto y tanto te hace disfrutar, esa pasión incontrolable….   

Pues bien, para aquellos que no nos entiendan, ahí va esto. Seguro que después cambian de parecer.

 

Una salida de pesca

 
   
 
 
Un día de pesca es como una jornada de elecciones. Vas con toda tu ilusión y cuando llega el recuento…… viene el cabreo. La única diferencia estriba en que en la pesca la jornada de reflexión es después. Es cuando piensas: “pero joder, ¿de verdad me merece la pena?, si es que para mi esto es como la fuente de los deseos, no paro de tirar dinero al agua”.

Yo creo que todo es culpa de una mala planificación, por que todo empieza con una gran mentira; “te juro cariño que tengo cuidado”, y a la primera de cambio metes la cabeza en el primer agujero minúsculo que ves. “no te preocupes que voy con gente responsable”, que Kamikaze es un tío legal. Y sobre todo la mayor de todas “te prometo que salgo en una horita y me vengo para casa”, mi última hora fueron 240 minutos. Si es que el día que explicaron el sistema sexagesimal en clase, estaba de gripe, que le voy a hacer.

Y claro, sabes que es todo mentira y como que vas ya con mal cuerpo, y así no se puede. Pero no te inquietes, ella sabe que mientes, solo pretende eso, que te quede mal cuerpo.

Claro que la cosa no dura mucho, únicamente hasta que después de unos cuantos kilómetros empiezas a oler el mar. Porque ya puedes estar a un kilómetro del lugar y con las ventanillas cerradas, que a ti ya te huele a mar. Se te pone cara de tonto y comienzan a pasar por tu cabeza Sargos del tamaño de la rueda de repuesto.
Luego llegas al lugar acordado y te encuentras a tu inseparable compañero que por supuesto llegó media hora antes que tú. “Este jodido seguro que duerme aquí”, pero la realidad es que claro, con tanto Sargo te pasaste dos kilómetros del desvío.

El fulano en cuestión ya tiene medio traje puesto, con espuma hasta en el entrecejo y la cabeza enfundada en una bolsa del supermercado de turno. Menuda pinta de gilipollas que tiene el tío.
La primera reacción que produce el mar es…… ganas de giñar, por que es ver el mar y te entran ganas de eso, vamos, de giñar, no falla. Es un tema más bien delicado, por que es como un incendio, al principio se puede controlar bien, pero como no hagas nada acaba siendo una catástrofe inmensa. Vamos, que como no evacues antes de meterte al agua acabas haciendo escalada e imitando a los cormoranes. Te da lo mismo que haya una marejada de cojones, tu sales a cagar.

Una vez tranquilo y sosegado te encuentras que llevas tres cuartos de hora en el agua y no has pegado ni un puto tiro. ¿Solución? La peor, empiezas a hacer bajadas como un loco y buscar peces a la desesperada. ¿Resultado? Reventao y por supuesto, sin pegar un puto tiro. Es en este punto cuando te replanteas el tema este de la pesca en plan metafísico: “¿la pesca me completa?”, “¿que busco realmente cuando pesco?”, “¿quien saldrá el miércoles de la casa de gran hermano?”.

La verdad es que esto relaja un huevo, pero claro, sigues sin pegar ni un puto tiro.
No obstante, ya que estás en el agua, tratas de acordarte de aquel artículo que leíste en MareaViva.net sobre la pesca en la espuma y te decides a ponerlo en marcha.”¿Qué me hace falta?”, peces y espuma. Bueno, peces no se, pero espuma tengo pa´mí y pa´ otros cuatro o sea que a por ellos campeón.
La primera reacción cuando te enfrentas a la rompiente es la de pensar: “Joder, comer ahí dentro es como comer sopa en una noria. Estos peces están locos”.

Bueno, repasas mentalmente la teoría: coger aire (muy importante), bajar, reptar por el fondo, esperar a que el pececito se acerque, disparar y salir. Pobre infeliz jajaja. El primer paso lo tienes de sobra entrenado, así que normalmente la cosa empieza bien; coges aire, bajas, reptas por el suelo, te acercas a la espuma y……. sientes como si todo el puto océano se empeñase en venir en contra de ti. Te agarras a lo primero que veas; que dicho sea de paso, suele ser un erizo de mar. Pero el puto océano es el puto océano y no hay nada que hacer. Total que sales por donde puedes a coger aire y con las gafas tan incrustadas en la cara que la cosa posiblemente necesite cirugía.
El segundo intento lo haces en otro sitio que parece más calmado que el anterior. “Joder tío, si es que eres un burro, empieza con algo menos fuerte”. Total, que te preparas y bajas. La cosa pinta mucho mejor. Reptas por el suelo cual Arapahoe en tiempos de guerra, te sitúas perfecto para un buen disparo y….. ni rastro de los Sargos, por allí solo hay un abadejo despistado que además ni si quiera ha hecho la comunión. ¿Resultado?, ….. sigues sin pegar ni un puto tiro!!!

Como ves que eso de la rompiente es para superdotados, te decides por la pesca al agujero. Nuevo repaso a la teoría, “coger aire (muy importante), bajo, busco agujero, veo el pez, apunto y disparo…. Esto si que está chupado……. Pues bien, después de 8 bajadas la cosa se parece a Madrid en Agosto, vamos, que no hay ni Dios en casa. Pero bueno, como ese día estas de suerte te encuentras a uno con las maletas preparadas pero todavía en casa. ¿Cual es tu reacción?, Pues pretender meter el fusil pero sin haber sacado todavía la cabeza. Ante el fracaso, intentas desesperadamente sacar la cabeza por la vía incorrecta, o sea, embistiendo las paredes cual novillo en la maestranza. Bueno, entre tanto, el pez se va por la puerta de atrás pensando que se le cae la casa encima. Pero claro, tu no te das cuenta por que has revuelto toda la arena que había en el fondo. Cuando por fin el sedimento vuelve a su lugar de origen compruebas que dentro solo queda el hueco. ¿Resultado? Si, si, lo de siempre, no pegaste ni un puto tiro. Pero no pasa nada chaval, todavía está eso de la espera, además ahí no hay error. Cojo aire (muy importante), bajo, me quedo quieto, apunto y disparo. Seguro que esa es mi técnica.
Bueno, primer y segundo paso dominados. Lo de quedarse quieto es pa´especialistas, por que tus aletas cobran vida y se empeñan en salir a respirar. En cuanto a los peces jeje, el abadejo que va al catecismo y agua, mucho agua por delante de ti. ¿Resultado? Obvio ¿no?

Bueno, en consonandcia con el resultado y dado que la cosa toma visos de tragedia, te decides a dar media vuelta y dar por concluida tu jornada de “pesca”. Claro que entre uno y otro estás a tomar po´l culo de la costa y con una corriente de dos pares de cojines.

Pues nada, ármate de paciencia y pa´lante machote….por el camino te juras que no vas a volver, calculas lo que te darán por vender el equipo y lo contenta que se va a poner tu churry cuando se lo digas.
Así que cuando consigues salir coincides con tu compañero que lleva la marca de las gafas incrustada en la cara y el pasador más vacío que la bolsa en domingo, os mirais y dices… que, volvemos mañana
Y es que esto de “pescar” compañeros es la hostia!!!!
 
   

 

 

 
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