Se logró llegar a la marca pero no el récord
Escrito por René   
domingo, 21 de septiembre de 2008
Los momentos de preparación y de ansiedad del público eran interminables cuando en horas de la mañana de este jueves, se realizaría el primer intento oficial para romper el récord mundial impuesto a principios de año por el neozelandés William Trubrige.
El viaje desde la costa portocruzana hasta el punto de inmersión, que llevó media hora de recorrido, fue tranquilo y amenizado por la repentina y esporádica visita de un grupo de delfines, que merodeaban la zona en busca de alimento.

Al llegar a punto cero o zona de inmersión, ya estaba  presente Carlos Coste preparando su sumergida, el equipo de profesionales en el submarinismo y sus asistentes, preparaban el cordón de seguridad y los equipos necesarios para realizar de manera segura un rescate de ser necesario.

Debido al alto riesgo de este tipo de deportes, que más que práctica deportiva es una hazaña humana, el despliegue técnico y de salvamento está medido al milímetro para evitar cualquier accidente grave o irreversible que vaya en detrimento de los exponentes más destacados, siendo uno de ellos, Carlos coste.

La preparación mental para estas inmersiones, en el atleta son más que evidentes, siendo testigos de su desligue del ambiente que lo rodea, el nivel de concentración que debe alcanzar el apneista,  para mantenerse enfocado en las reacciones de su cuerpo, es altísimo; el trabajo mental, de concentración y meditación, anterior a las inmersiones, es vital en esta practica literalmente hablando.

Manejar presiones de 11,4 kilogramos por centímetro cuadrado, a la profundidad del récord mundial que intenta romper Carlos Coste, que son 109 metros, requiere explicar esto de manera sencilla: es como que a una persona común se le ponga una pesa de once kilos, por cada centímetro de piel de su cuerpo.

La única manera de aguantar tanto estrés físico, además de entrenamiento, es la meditación, para como dicen algunos de los apneistas, tomar conciencia absoluta de las capacidades y resistencia al límite del cuerpo.

En esta ocasión no fue lo suficientemente exácta, la percepción de los mensajes que el cuerpo de Carlos Coste envió al obstinado atleta.

A pesar de lo grave que pueda sonar un desmayo a 22 metros de profundidad, este profesional de los abismos se lo tomó de manera calmada o lo expuso de esa manera ante el público.

Dentro del agua
En el primer intento de récord, ya bajo el agua, "el acuamán" se veía confiado y dispuesto a romper la marca.
Progresivamente el atleta bajaba distancias increíbles para cualquier mortal común,  midiendo su capacidad y reacciones, subiendo para informar el estado de su cuerpo y características de sus reacciones corporales al equipo de expertos que lo acompañan, esto es normal para saber la estrategia a seguir en la inmersión y determinar el tiempo estimado que el plus marquista realizará en el recorrido de la línea que le da lectura al límite o marca del récord.

Ya después de media hora aproximadamente y de veinticinco minutos de constantes descensos a las profundidades, Costes se sintió confiado e intentó llevar a límite su recorrido de 109 metros de profundidad en busca de la marca mundial.

Todo se vio normal en el descenso por la línea, que llevaba a la meta a este destacado apneista, hasta el punto ciego y se pudo observar el buen desenvolvimiento bajo presión, tanto física como mental del atleta.

Cuando ya realizaba su recorrido de regreso por la línea guía, en el punto de luz, donde había suficiente visibilidad para observar la actuación submarina de Costes, se le vio un poco lento, sobre exigiendo a su cuerpo la movilidad necesaria para llegar a la superficie.

Faltando sólo 22 metros para la superficie, el cuerpo del atleta no dio más y el plus marquista perdió el conocimiento, después de haber recorrido 196 metros sin respirar, permaneciendo más de 5 minutos de apnea voluntaria.

Esto hizo reaccionar de manera inmediata a su destacado equipo de rescate, quienes lo socorrieron y sacaron a la superficie antes de los 30 segundos que el cuerpo humano tiene como límite máximo de bloqueo, y donde el mismo cuerpo actúa y no permite el ingreso de ningún líquido o fluido a las vías respiratorias.

Después de recibir respiración boca a boca por una de sus buzos auxiliares, el apneista fue subido a una de las embarcaciones de emergencia dispuestas por el equipo de seguridad que lo acompaña, donde se le dio masaje cardio pulmonar y se le administró oxígeno, logrando la reacción del apneista venezolano.

Este tipo de accidentes es común en las prácticas de este deporte, cuando el cerebro se queda sin oxígeno y deja al cuerpo en estado inerte o de desmayo.

Momentos después se incorporó, pudo saludar y enviar una señal al público expectante por su estado de salud, a pesar del desmayo nada fácil a 22metros de profundidad a mar abierto.

Posteriormente se paró sobre la cubierta del bote,  que fue dirigido por un tripulante hacia los medios, para acercarse y dar una explicación breve de lo ocurrido.

Como pudo explicar de su propio entender, en base a su experiencia nada envidiable en este tipo de proezas físicas,  el acuamán vio que la falla se dio, por no calcular el tiempo de inmersión y retorno, es decir que realizó el ejercicio temerario de bajar 109 metros y subirlos a pulmón, muy lento y que por eso perdió el conocimiento dentro del agua.

A pesar de este percance el valiente acuamán aseguró que el sábado próximo intentará la hazaña después de tomarse unos días de descanso, para analizar los resultados de esta jornada y los posibles cambios en su ejecución próxima.