Encuentran con vida a niña que había caído al mar hace dos días. Marina Constanzo, madre de la menor, atribuye a un milagro el que su hija esté aún con vida tras resistir el frío, la oscuridad y el hambre.
-¿Y tú, qué estás haciendo allí?
-¡Estoy acá desde el domingo, y nadie me ayuda!
-¿Tú eres la niña que estamos buscando?
-¡Sí, yo soy, por favor ayúdame!
Este insólito diálogo fue el que sostuvieron al interior de una cueva submarina el sargento segundo Tomás Jaramillo, buzo de salvataje de la Armada, y la menor Johanna Cárdenas Constanzo, de 15 años, desaparecida desde el domingo tras caer desde una roca al mar, en caleta El Soldado de Talcahuano.
Jaramillo, con 15 años de experiencia como buzo, no podía creer lo que veía. Se sacó la máscara y restregó sus ojos, incrédulo creía tener un fantasma al frente.
Johanna se encontraba dentro de una cueva submarina de 80 metros de profundidad, que habían revisado a primera hora de ayer, pero no en forma exhaustiva, por causa de las fuertes olas y la alta marea. Al fondo estaba la adolescente, que se había refugiado del oleaje escalando la roca. Vestía zapatillas, jeans y polera.
Jaramillo tuvo que sacarse los tubos de oxígeno para entrar a la cueva -sólo cabe una persona de costado- para sacar en brazos a Johanna. "Es un verdadero milagro que esté bien y viva, porque la fuerza del mar en ese lugar es capaz de partir a un hombre por la mitad", dijo emocionado. Él es padre de Constanza, también de 15 años.
Durante su carrera ha buscado 47 personas y recuperado 10 cuerpos. "Creí que esta niña iba a ser la número 48, porque todos creíamos que estaba muerta y buscábamos un cadáver: Pero gracias a Dios no fue así. Este es un milagro", afirma.
Dijo que Johanna lo abrazó cuando llegó a su lado y le dijo que estaba a salvo. "Me dijo que estaba perdiendo las fuerzas y la esperanza de vivir. Le di un gran beso, porque esto es lo más lindo que me ha pasado en la vida", contó.
Con los cabos Oscar Leal Delgado y Fernando Parra Carrillo le pusieron un chaleco salvavidas, la subieron a un bote y la llevaron a la orilla. En el Hospital de Las Higueras recibió las primeras atenciones. Marina Constanzo Sanhueza, madre de Johanna, no había perdido la esperanza de encontrar a su hija viva. "Yo creo en los milagros. En un sueño me avisó dónde estaba, en una roca. Ahora la vi y me dijo: te amo, te quiero, mamita. Está súper bien, gracias a Dios. Tampoco entiende cómo sobrevivió. Esto es un milagro", dijo feliz, rodeada de parientes y amigos en las afueras del hospital.
Pese al sueño premonitorio, la esperanza era poca. Incluso estaban haciendo un altar en la casa, para velar a Johanna junto a su ropa y fotos. Tras su "resucitación", la hasta ayer suspendida celebración dieciochera en la población Brisas del Mar de Talcahuano cobró un nuevo sentido. "¡Vamos a hacer una fiesta en grande y le vamos a poner 'Johanna' a la fonda!", dice riendo su madre.
Johanna sólo muestra contusiones menores. "Está lúcida, consciente, con buenos signos vitales y lesiones por enfriamiento en pies y manos. No tiene fracturas", dijo el director del establecimiento asistencial, Hernán Díaz Bugueño. Posiblemente será dada de alta dentro de dos días.
Eran las 14 horas cuando el pololo de Johanna, Manuel Rother (18), escuchó un llamado de auxilio desde los roqueríos. "No pensé que era ella, creí que era mi imaginación: Pero igual les dije a los buzos que entraran. ¡Nunca pensé que la íbamos a encontrar viva!".
